Microrrelatos de Hoy
Los Machotes en Miraflores
Foto de Alexander Krivitskiy pexels
Los gritos y escandaleras a las cuatro y media de la tarde era demasiado temprano incluso para la calle Miraflores y sus callejones aledaños, donde abundaban trifulcas de borrachos y usuarios de los numerosos cafetines y prostibulos ubicados casi en el mismo centro de la capital.
En domingo y a esas horas, lo habitual era el eco hegemónico de Radio Club Tenerife y su Carrusel Deportivo que se sintonizaba en todos los bares desde el Puente de Galcerán bajando en paralelo al Barranco de Santos.
De las chabolas laterales al final de la calle Miraflores y desde lo alto del Puente de Serrador retumbaba el eco de los transistores y se distinguía con claridad la voz de Joaquin Prats, informando al minuto de como se iba configurando la ansiada quiniela de 14.
-¡Aquí primero se paga y después se folla! - gritaba y repetía una prostituta conocida como Cayaya la barquera- ¡Aquí no se viene a vacilar y a reirse de una pobre infeliz como yo, que tengo que ganarme la vida trabajando de puta… avisen otra vez al Matanza, coño,… que venga ya!
El revuelo de gente se amontonó junto a las dos puertas del Cafetín Gutierrez para encontrarse a cuatro reclutas del Centro de Instrucción de Hoya Fría, a los que el rebumbio les impedía salir del bar hasta que se aclarase las afrentosas quejas de aquella prostituta bastante cuarentona y entradita en carnes.
- ¡Me importa una mierda que sea una apuesta entre ustedes!- Repetía Cayaya soliviantada y dolida- ¡Ustedes no son hombres ni soldados, ….son unos sinverguenzas...!
A pesar de que los soldados intentaban apaciguar y negarlo todo, no conseguían que su voz se escuchara ante el griterío cada vez más agresivo que les rodeaba...
Al poco se deshizo el corrillo de gente y todo el mundo dejó de gritar cuando entró a empujones un tipo moreno, no muy alto pero con la fortaleza y envergadura de un puntal de lucha canaria, ancho y con unos brazos tremendos que en sus extremos, en lugar de dedos, parecían terminar en una mano de plátanos.
- ¡A ver Cayaya, qué coño pasa aquí! - Preguntó muy rudamente, y mirando fijamente a los soldados.
- Los reclutas estos,- respondió rapidisimamente- llevan media hora detrás de mí regateando el precio porque los cuatro querían echar un polvo y además cada polvo tenía que ser con los otros delante viéndolo todo... y resulta que no quieren pagar adelantado
El Matanza se giró hacia los reclutas con cara de muy pocos amigos, y estos, sabedores de la mala fama que éste tenía; y sobretodo que no sabían si su nombre era por ser originario del pueblo de La Matanza de Acentejo o si por el contrario, tal como se decía en la isla, era debido a que cada golpe que daba con su mano izquierda siempre rompía hueso. Allí dónde caía aquella mano tan pesada, fuera en los brazos, la cara, el hombro o fuera en la cabeza, el resultado siempre era el mismo: Una matanza de huesos rotos y directo a la Casa de Socorro o al Hospital General.
- Señor Matanza, no estamos vacilando ni nada....- Temerosamente habló un rubianco que parecía el lider del grupo de reclutas- es que en el Cuartel de Hoya Fria hicimos una apuesta de quién era el mas macho y el que perdía pagaba el polvo de los demás…, Oíga, - Continuó el asustado recluta- Nosotros al mediodía estuvimos en la casa la Húngara y nos mandaron aquí… lo que le dijimos a esta señora, fue que quién pagaba todo era el que perdía la apuesta, nunca hemos dicho que no quisieramos pagar!
- Aquí no venga con ninguna vaina, amigo.- contestó el Matanza dando dos pasos hacia ellos- Esto es fácil, primero se paga adelantado, luego se folla y después salen por la puertita pa`fuera, y cuando ya estén en la calle, arreglan entre ustedes el que tenga que pagar la apuesta... así que, menos bobería vayan aflojando 400 pesetas cada uno.....
- Perdone, - Habló otra vez el soldado rubianco, con voz bajita y cara de pena- pero el precio que habíamos acordado era de 300 pesetas cada uno….
- ¡Pues ahora son 400 pesetas y punto. Lo digo yo y basta! - sentenció el Matanza a los asustados reclutas que a toda prisa empezaron a sacar sus billetes de 100 pesetas- ¡Cayaya, coge el dinero y lleva a los cuatro pollos, juntitos hasta arriba, que se laven bien las echa'uras y no quiero más parranda… oyeron?
¡ Un momento ! -Saltó Cayaya gritando afrentosamente como siempre- ¡Matanza, así no puede ser, porque estos soldados seguro que vienen hartos de hacerse pajas, y ahora van a estar follando por lo menos media hora cada uno sin correrse.... por ahí no pasó yo!.… ¡Que va, qué va..... más dos horas eso es un abuso!
Antes de que pudiera contestar, la interrumpió el soldado rubianco, en tono muy conciliadior, explicando:- ¡No, no,! La apuesta que nosotros hicimos es para saber quién es el mas macho del cuartel, y ese, el más macho es el que se corre mas pronto... vamos., quien se corre antes, es el que gana y el que tarda más es quién paga... ¿entiende?
El Matanza hizo ademán asintiendo y mirando a Cayaya, le indicó que pusiera punto en boca porque no iba admitir ningún comentario más...así que no le quedó mas remedio:
¡ Vale, Vale... - Siguió rezongando Cayaya- Bonitos machotes estos soldados de ahora que vienen a Miraflores... no me los pierda!... ¡venga, suban pa'rriba a lavarse las verijas..!
Reyes Moreno
Viernes 16-08-2024

Los gritos y escandaleras a las cuatro y media de la tarde era demasiado temprano incluso para la calle Miraflores y sus callejones aledaños, donde abundaban trifulcas de borrachos y usuarios de los numerosos cafetines y prostibulos ubicados casi en el mismo centro de la capital.
En domingo y a esas horas, lo habitual era el eco hegemónico de Radio Club Tenerife y su Carrusel Deportivo que se sintonizaba en todos los bares desde el Puente de Galcerán bajando en paralelo al Barranco de Santos.
De las chabolas laterales al final de la calle Miraflores y desde lo alto del Puente de Serrador retumbaba el eco de los transistores y se distinguía con claridad la voz de Joaquin Prats, informando al minuto de como se iba configurando la ansiada quiniela de 14.
-¡Aquí primero se paga y después se folla! - gritaba y repetía una prostituta conocida como Cayaya la barquera- ¡Aquí no se viene a vacilar y a reirse de una pobre infeliz como yo, que tengo que ganarme la vida trabajando de puta… avisen otra vez al Matanza, coño,… que venga ya!
El revuelo de gente se amontonó junto a las dos puertas del Cafetín Gutierrez para encontrarse a cuatro reclutas del Centro de Instrucción de Hoya Fría, a los que el rebumbio les impedía salir del bar hasta que se aclarase las afrentosas quejas de aquella prostituta bastante cuarentona y entradita en carnes.
- ¡Me importa una mierda que sea una apuesta entre ustedes!- Repetía Cayaya soliviantada y dolida- ¡Ustedes no son hombres ni soldados, ….son unos sinverguenzas...!
A pesar de que los soldados intentaban apaciguar y negarlo todo, no conseguían que su voz se escuchara ante el griterío cada vez más agresivo que les rodeaba...
Al poco se deshizo el corrillo de gente y todo el mundo dejó de gritar cuando entró a empujones un tipo moreno, no muy alto pero con la fortaleza y envergadura de un puntal de lucha canaria, ancho y con unos brazos tremendos que en sus extremos, en lugar de dedos, parecían terminar en una mano de plátanos.
- ¡A ver Cayaya, qué coño pasa aquí! - Preguntó muy rudamente, y mirando fijamente a los soldados.
- Los reclutas estos,- respondió rapidisimamente- llevan media hora detrás de mí regateando el precio porque los cuatro querían echar un polvo y además cada polvo tenía que ser con los otros delante viéndolo todo... y resulta que no quieren pagar adelantado
El Matanza se giró hacia los reclutas con cara de muy pocos amigos, y estos, sabedores de la mala fama que éste tenía; y sobretodo que no sabían si su nombre era por ser originario del pueblo de La Matanza de Acentejo o si por el contrario, tal como se decía en la isla, era debido a que cada golpe que daba con su mano izquierda siempre rompía hueso. Allí dónde caía aquella mano tan pesada, fuera en los brazos, la cara, el hombro o fuera en la cabeza, el resultado siempre era el mismo: Una matanza de huesos rotos y directo a la Casa de Socorro o al Hospital General.
- Señor Matanza, no estamos vacilando ni nada....- Temerosamente habló un rubianco que parecía el lider del grupo de reclutas- es que en el Cuartel de Hoya Fria hicimos una apuesta de quién era el mas macho y el que perdía pagaba el polvo de los demás…, Oíga, - Continuó el asustado recluta- Nosotros al mediodía estuvimos en la casa la Húngara y nos mandaron aquí… lo que le dijimos a esta señora, fue que quién pagaba todo era el que perdía la apuesta, nunca hemos dicho que no quisieramos pagar!
- Aquí no venga con ninguna vaina, amigo.- contestó el Matanza dando dos pasos hacia ellos- Esto es fácil, primero se paga adelantado, luego se folla y después salen por la puertita pa`fuera, y cuando ya estén en la calle, arreglan entre ustedes el que tenga que pagar la apuesta... así que, menos bobería vayan aflojando 400 pesetas cada uno.....
- Perdone, - Habló otra vez el soldado rubianco, con voz bajita y cara de pena- pero el precio que habíamos acordado era de 300 pesetas cada uno….
- ¡Pues ahora son 400 pesetas y punto. Lo digo yo y basta! - sentenció el Matanza a los asustados reclutas que a toda prisa empezaron a sacar sus billetes de 100 pesetas- ¡Cayaya, coge el dinero y lleva a los cuatro pollos, juntitos hasta arriba, que se laven bien las echa'uras y no quiero más parranda… oyeron?
¡ Un momento ! -Saltó Cayaya gritando afrentosamente como siempre- ¡Matanza, así no puede ser, porque estos soldados seguro que vienen hartos de hacerse pajas, y ahora van a estar follando por lo menos media hora cada uno sin correrse.... por ahí no pasó yo!.… ¡Que va, qué va..... más dos horas eso es un abuso!
Antes de que pudiera contestar, la interrumpió el soldado rubianco, en tono muy conciliadior, explicando:- ¡No, no,! La apuesta que nosotros hicimos es para saber quién es el mas macho del cuartel, y ese, el más macho es el que se corre mas pronto... vamos., quien se corre antes, es el que gana y el que tarda más es quién paga... ¿entiende?
El Matanza hizo ademán asintiendo y mirando a Cayaya, le indicó que pusiera punto en boca porque no iba admitir ningún comentario más...así que no le quedó mas remedio:
¡ Vale, Vale... - Siguió rezongando Cayaya- Bonitos machotes estos soldados de ahora que vienen a Miraflores... no me los pierda!... ¡venga, suban pa'rriba a lavarse las verijas..!
Reyes Moreno
Viernes 16-08-2024
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