Cartas desde Punta del Hidalgo
El Cristo de la calle
El Cristo de la calle...
Tengo para mí que el Cristo de Telde no es precisamente quien fue elevado otra vez a la hornacina de su altar en la basílica de San Juan Bautista: presiento que uno de sus ángeles encarnó la crucifixión y, ocupando su bendito lugar, permitió que el Cristo liberado, risueño, luminoso saliese a las calles para confundirse con el gentío... es un Cristo insospechado que de incógnito abraza y escucha; se pasea por el mercado y mientras bendice con la mirada los alimentos, alivia las manos cansadas del vendedor... es el Cristo que camina y madruga; el que te da da los buenos días mirándote a los ojos... es el Cristo que con brazos abiertos acoge a la chiquillería enloquecida y como uno más vive la eternidad del infantil instante... es el Cristo grave y solemne que responde a los suyos: "!acaso no sabes que debo ocuparme de las cosas del padre!"...
Tengo para mí que el Cristo se negó a regresar a la cruz y ahora vive, simplemente vive, pero no de cualquier manera vive: este Cristo reencarnado parece no querer limitarse a vivir en Telde: su fe le conduce al ensueño de pretender "Vivir Telde"...
La Procesión estuvo bien pero no, no, no son alabanzas ni oraciones las que a su espíritu calma... este Cristo humanizado se ha quedado en las calles de Telde para servir a su gente; sus brazos, antes heridos y presos en la cruz, ahora se extienden libres, sanos y fuertes, en auxilio del vencido...
Este Cristo de la Libertad que trasciende y emociona nunca se presenta como Hijo del Padre, que lo es, no, no, no... va de incógnito y gusta del sigilo cuando las trompetas, las burbujas y las banderas enseñorean las plazas y las esquinas... con este Cristo inesperado tengo mis cuentas pendientes: hizo llorar nuevamente a la indefensa Magdalena de Televisión Gran Canaria y en su mar de lágrimas nos ahogamos todos...y en su cálido abrazo nos consolamos los desarmados vecinos que no tenemos memoria de un milagro tal...!
No he de continuar con este texto nacido al abrigo del Convento de Santo Domingo, escrito en la calle también... y siempre de madrugada como lo atestigua la tenue luz de las fachadas...
Tengo para mí que el Cristo de Telde se resistió a regresar a la Cruz... Podría estar a tu lado, aquí, ahora... en reconcentrado silencio... a tu lado, siempre a tu lado... el Cristo de las Puertas Abiertas en la Casa del Pueblo...!
Si un día tengo la ventura de enfrentarlo en cualquier calle le diré también mis siete últimas palabras: "Gracias Señor por enviarnos a tu Hijo".
El Cristo de la calle...
Tengo para mí que el Cristo de Telde no es precisamente quien fue elevado otra vez a la hornacina de su altar en la basílica de San Juan Bautista: presiento que uno de sus ángeles encarnó la crucifixión y, ocupando su bendito lugar, permitió que el Cristo liberado, risueño, luminoso saliese a las calles para confundirse con el gentío... es un Cristo insospechado que de incógnito abraza y escucha; se pasea por el mercado y mientras bendice con la mirada los alimentos, alivia las manos cansadas del vendedor... es el Cristo que camina y madruga; el que te da da los buenos días mirándote a los ojos... es el Cristo que con brazos abiertos acoge a la chiquillería enloquecida y como uno más vive la eternidad del infantil instante... es el Cristo grave y solemne que responde a los suyos: "!acaso no sabes que debo ocuparme de las cosas del padre!"...
Tengo para mí que el Cristo se negó a regresar a la cruz y ahora vive, simplemente vive, pero no de cualquier manera vive: este Cristo reencarnado parece no querer limitarse a vivir en Telde: su fe le conduce al ensueño de pretender "Vivir Telde"...
La Procesión estuvo bien pero no, no, no son alabanzas ni oraciones las que a su espíritu calma... este Cristo humanizado se ha quedado en las calles de Telde para servir a su gente; sus brazos, antes heridos y presos en la cruz, ahora se extienden libres, sanos y fuertes, en auxilio del vencido...
Este Cristo de la Libertad que trasciende y emociona nunca se presenta como Hijo del Padre, que lo es, no, no, no... va de incógnito y gusta del sigilo cuando las trompetas, las burbujas y las banderas enseñorean las plazas y las esquinas... con este Cristo inesperado tengo mis cuentas pendientes: hizo llorar nuevamente a la indefensa Magdalena de Televisión Gran Canaria y en su mar de lágrimas nos ahogamos todos...y en su cálido abrazo nos consolamos los desarmados vecinos que no tenemos memoria de un milagro tal...!
No he de continuar con este texto nacido al abrigo del Convento de Santo Domingo, escrito en la calle también... y siempre de madrugada como lo atestigua la tenue luz de las fachadas...
Tengo para mí que el Cristo de Telde se resistió a regresar a la Cruz... Podría estar a tu lado, aquí, ahora... en reconcentrado silencio... a tu lado, siempre a tu lado... el Cristo de las Puertas Abiertas en la Casa del Pueblo...!
Si un día tengo la ventura de enfrentarlo en cualquier calle le diré también mis siete últimas palabras: "Gracias Señor por enviarnos a tu Hijo".
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