CRÓNICAS BANANERAS
STRANGERS IN THE NIGHT
UD. LAS PALMAS 2 - MIRANDÉS 1
El partido fue una cagarruta pero estamos encantados de la vida y dispuestos a comernos otros iguales -o peores- hasta el ascenso.
24ª jornada, 20/ene 2023
UD 2-1 MIR
STRANGERS IN THE NIGHT
La ventisca arrojaba piedras de hielo del tamaño de bloques de 20 sobre las cabezas de los bravos aficionados que se atrevieron a salir de los iglúes en la inhóspita noche de viernes en que la UD recibió al Mirandés con la esperanza de ver ganar a su equipo en casa de una puta vez. Llevábamos desde mediados del siglo XIX sin apiolar a un visitante en 7Palmas y esa luctuosa circunstancia impedía que la UD estuviese ya cantando literalmente el ascenso. Desde la épica victoria contra el Tete de la 17ª jornada, habían pasado por aquí el Albacete y el Rácing dejando un rastro de partículas hemorroidales amarillas sanguinolentas esparcidas por el estadio de Gran Canaria. Ante la visita del Mirandés, un equipo de naturaleza y potencial futbolístico similar al de los citados -nulo también- la canariedad de echaba las manos a la cabeza y apostaba por jugarse la vida a la intemperie de ser preciso para apoyar al equipo y evitar que se siguieran palmando partidos de los que se ganaban incluso con Pepe Mel.
El partido se presentaba de nalgas porque el mediocentro francés Mfulu/Enzo estaba fuera de combate cuando era la línea más regular en lo que llevábamos de temporada y para colmo de males durante el calentamiento se jodió Sandro, lo que significaba que salíamos al partido sin contar de principio con los dos o tres goles seguros que garantiza nuestro 9 estelar por partido. Estaban Viera y Moleiro, eso sí, Pimienta apostó por Marc en punta y en el medio centro colocó a Fabio de solo ante el peligro si bien con ayudas de Oscar Clemente y el mismo Viera. Atrás dispuso a Valle en puerta y a la línea de 4 menos desconfiable del equipo, reintegrando su sitio a Sergi Cardona para que la parroquia pudiera comprobar si la terapia anti-gilipolladas a la que se había sometido en la últimas semanas había surtido efecto -que fue que no-.
El Mirandés venía de una racha buena de cinco o seis partidos y se presentó engallado pensando que con un poco de suerte igual le quitaban la pelota a la UD, metían lo suyo y se llevaban los tres puntos como el Albacete de Maikel Mesa hace nada. Lo de ganarnos no lo veíamos tan claro, la verdad, pero lo que superar a la UD en posesión no nos sonaba, por la simple razón de que tampoco nos sonaban de nada los nombres de los jugadores del Mirandés. Que un manojo de pies planos llamados Sánchez, López, García y Martín -sic- le sacaran la pelota a Viera, Moleirito y Pejiño no lo veíamos, pero cosas más raras hemos visto, así que nos quitamos los carámbanos de hielo de las pestañas y nos dispusimos a aplaudir para apoyar y para reactivar la circulación en las manos que se nos estaban poniendo azules.
Arrancó el partido y la UD tardó diez minutos en meter a aquella gente en su campo y empezar a darle de cachetones, a partir del 14´la UD se metió en el área visitante y Marc, Moleiro, otra vez Marc, otra vez Moleiro y Viera engancharon una racha de disparos cercanos y mano a mano que no entraron porque el porterito visitante no es que tuviera una flor en el culo, tenía el pino de Pilancones y las sacó milagrosamente todas. La grada era una fiesta porque todos veíamos ya que ese pollo se trinchaba en cualquier momento, pero pasados unos minutos el Mirandés logró sacarse la presión cercana, adelantó la defensa y la UD pagó su frustración iniciando uno de esos rondos interminables en los que no pasaba nada de interés. El equipo se desenchufó del partido y ni Viera ni Moleiro encontraban la rendija para romper la línea de 28 que el Mirandés impuso en su medio centro para cortar la circulación vertical de la pelota lo que condujo al equipo, un millón de pases inútiles mediante, hacia el descanso al que llegamos con el partido atravesado como una papa arrugada sin masticar en la boca del esófago.
La suposición general era que si la UD enganchaba otra racha en las cercanías del área burgalesa alguna tendría que entrar, pero entonces pasó que fue el Mirandés el que sin necesidad ninguna de acercarse a ningún lado aprovechó una recuperación en su campo, la jugó con un tal López en el círculo central y el interfecto levantó la cabeza, localizó a Valles sentadito en el bidé a 30 metros de los palos y metió un up and under que voló medio campo hasta acabar dentro -49´-. Valles, el que por lo visto entraba en el equipo para evitar las gilipolladas de Dominguesito que costaban puntos, no sabía dónde meterse, nosotros sí que teníamos una idea de dónde podía meterse el muy soplapollas, pero a esas alturas entre la bajona y que se nos había congelado hasta el frenillo de la lengua no pudimos verbalizar ni el mandarlo a tomar por culo.
La UD intentaba retomar el control del partido con más posesión, pero todo terminaba muriendo por dentro donde Viera y Moleiro trataban de combinar ante la línea defensiva visitante y aquello se había convertido en un embudo que solo tenía una salida, las bandas. La de Sergi Cardona era inhábil a todos los efectos por que el bravo lateral catalán está más perdido que el barco del arroz, así que Pimienta lo intentó por el otro lado y sacó a Marvin por Suárez a ver qué pasaba y lo que pasó fue que Marvin se dedicó a eso tan complicado que tienen que hacer los hombres de banda y que consiste en trincar la pelota, echarla pálante y correr como un hijo puta hasta alcanzar la altura del área rival y meterla allí como sea para que pase algo. Se puso a ello y lo intentó dos o tras veces consecutivas en medio de la esperanza bajo cero de la afición, a la cuarta logró colgar una pelota dentro que organizó un lío de cojones entre los centrales rojillos y la pelota le fue a caer a la zurda de Oscar Clemente que no se complicó la vida y largó un zapatazo salvaje que rebotó en el piso y se fue adentro sin contemplaciones. 1-1, era el 62´y había tiempo para todo.
Mientras las asistencias sanitarias retiraban los cadáveres congelados de las gradas la UD intentaba reorganizar el juego visto el buen resultado de meter pelotas por banda, pero faltaba lucidez y sobraban pases de sobra. Moleiro y Viera seguían buscando el agujerito pá meterla pero el Mirandés amontonó gente en la frontal y allí se acababa todo. Viera tuvo una muy clara en el 73´en una combinación corta con el Niño Polla en el área pequeña pero se fue al palo, si bien tuvo el efecto colateral que el porterito imbatible de aquella gente se jodió y tuvieran que reemplazarlo. El partido avanzaba ya hacia otra hecatombe insular cuando la canariedad tomó conciencia que una vez superados Viera y Moleiro por la densidad del partido ya solo quedaba recurrir a la intercesión divina. En su casa de Teror, Mama Pino sintió la llamada devota de su pueblo, apagó el televisor -estaba tan harta del partido como cualquiera-, se levantó del sofá, se desabrochó el chándal, se echó un tripi con un etiqueta negra pá inspirarse y se concentró en el deseo de su amado populacho. A 15 kilómetros de allí, Pejiño, que llevaba todo el partido cabreado con el mundo, recibió una onda expansiva de inspiración mariana y con el asunto oliendo ya a ombligo a tres minutos del final colgó una pelota a espaldas de la defensa. Los burgaleses, cegados momentáneamente por el sortilegio de la Pachamama de Teror, no vieron entrar a Marc Cardona solo desde el callejón del 8, colarse entre sus líneas y volear sin dejarla caer para incrustarla en la escuadra derecha -87´- y ganar el partido.
Como en esta redacción somos gente de palabra no vamos a meterle el dedo en el ojo a nadie hoy. El partido fue una cagarruta pero estamos encantados de la vida y dispuestos a comernos otros iguales -o peores- de aquí al final de temporada. Ya jugaremos de puta madre cuando la categoría y los rivales lo merezcan, mientras tanto, Pinito, tómate lo que quieras.
IGOR KASIKASKÀMOS

24ª jornada, 20/ene 2023
UD 2-1 MIR
STRANGERS IN THE NIGHT
La ventisca arrojaba piedras de hielo del tamaño de bloques de 20 sobre las cabezas de los bravos aficionados que se atrevieron a salir de los iglúes en la inhóspita noche de viernes en que la UD recibió al Mirandés con la esperanza de ver ganar a su equipo en casa de una puta vez. Llevábamos desde mediados del siglo XIX sin apiolar a un visitante en 7Palmas y esa luctuosa circunstancia impedía que la UD estuviese ya cantando literalmente el ascenso. Desde la épica victoria contra el Tete de la 17ª jornada, habían pasado por aquí el Albacete y el Rácing dejando un rastro de partículas hemorroidales amarillas sanguinolentas esparcidas por el estadio de Gran Canaria. Ante la visita del Mirandés, un equipo de naturaleza y potencial futbolístico similar al de los citados -nulo también- la canariedad de echaba las manos a la cabeza y apostaba por jugarse la vida a la intemperie de ser preciso para apoyar al equipo y evitar que se siguieran palmando partidos de los que se ganaban incluso con Pepe Mel.
El partido se presentaba de nalgas porque el mediocentro francés Mfulu/Enzo estaba fuera de combate cuando era la línea más regular en lo que llevábamos de temporada y para colmo de males durante el calentamiento se jodió Sandro, lo que significaba que salíamos al partido sin contar de principio con los dos o tres goles seguros que garantiza nuestro 9 estelar por partido. Estaban Viera y Moleiro, eso sí, Pimienta apostó por Marc en punta y en el medio centro colocó a Fabio de solo ante el peligro si bien con ayudas de Oscar Clemente y el mismo Viera. Atrás dispuso a Valle en puerta y a la línea de 4 menos desconfiable del equipo, reintegrando su sitio a Sergi Cardona para que la parroquia pudiera comprobar si la terapia anti-gilipolladas a la que se había sometido en la últimas semanas había surtido efecto -que fue que no-.
El Mirandés venía de una racha buena de cinco o seis partidos y se presentó engallado pensando que con un poco de suerte igual le quitaban la pelota a la UD, metían lo suyo y se llevaban los tres puntos como el Albacete de Maikel Mesa hace nada. Lo de ganarnos no lo veíamos tan claro, la verdad, pero lo que superar a la UD en posesión no nos sonaba, por la simple razón de que tampoco nos sonaban de nada los nombres de los jugadores del Mirandés. Que un manojo de pies planos llamados Sánchez, López, García y Martín -sic- le sacaran la pelota a Viera, Moleirito y Pejiño no lo veíamos, pero cosas más raras hemos visto, así que nos quitamos los carámbanos de hielo de las pestañas y nos dispusimos a aplaudir para apoyar y para reactivar la circulación en las manos que se nos estaban poniendo azules.
Arrancó el partido y la UD tardó diez minutos en meter a aquella gente en su campo y empezar a darle de cachetones, a partir del 14´la UD se metió en el área visitante y Marc, Moleiro, otra vez Marc, otra vez Moleiro y Viera engancharon una racha de disparos cercanos y mano a mano que no entraron porque el porterito visitante no es que tuviera una flor en el culo, tenía el pino de Pilancones y las sacó milagrosamente todas. La grada era una fiesta porque todos veíamos ya que ese pollo se trinchaba en cualquier momento, pero pasados unos minutos el Mirandés logró sacarse la presión cercana, adelantó la defensa y la UD pagó su frustración iniciando uno de esos rondos interminables en los que no pasaba nada de interés. El equipo se desenchufó del partido y ni Viera ni Moleiro encontraban la rendija para romper la línea de 28 que el Mirandés impuso en su medio centro para cortar la circulación vertical de la pelota lo que condujo al equipo, un millón de pases inútiles mediante, hacia el descanso al que llegamos con el partido atravesado como una papa arrugada sin masticar en la boca del esófago.
La suposición general era que si la UD enganchaba otra racha en las cercanías del área burgalesa alguna tendría que entrar, pero entonces pasó que fue el Mirandés el que sin necesidad ninguna de acercarse a ningún lado aprovechó una recuperación en su campo, la jugó con un tal López en el círculo central y el interfecto levantó la cabeza, localizó a Valles sentadito en el bidé a 30 metros de los palos y metió un up and under que voló medio campo hasta acabar dentro -49´-. Valles, el que por lo visto entraba en el equipo para evitar las gilipolladas de Dominguesito que costaban puntos, no sabía dónde meterse, nosotros sí que teníamos una idea de dónde podía meterse el muy soplapollas, pero a esas alturas entre la bajona y que se nos había congelado hasta el frenillo de la lengua no pudimos verbalizar ni el mandarlo a tomar por culo.
La UD intentaba retomar el control del partido con más posesión, pero todo terminaba muriendo por dentro donde Viera y Moleiro trataban de combinar ante la línea defensiva visitante y aquello se había convertido en un embudo que solo tenía una salida, las bandas. La de Sergi Cardona era inhábil a todos los efectos por que el bravo lateral catalán está más perdido que el barco del arroz, así que Pimienta lo intentó por el otro lado y sacó a Marvin por Suárez a ver qué pasaba y lo que pasó fue que Marvin se dedicó a eso tan complicado que tienen que hacer los hombres de banda y que consiste en trincar la pelota, echarla pálante y correr como un hijo puta hasta alcanzar la altura del área rival y meterla allí como sea para que pase algo. Se puso a ello y lo intentó dos o tras veces consecutivas en medio de la esperanza bajo cero de la afición, a la cuarta logró colgar una pelota dentro que organizó un lío de cojones entre los centrales rojillos y la pelota le fue a caer a la zurda de Oscar Clemente que no se complicó la vida y largó un zapatazo salvaje que rebotó en el piso y se fue adentro sin contemplaciones. 1-1, era el 62´y había tiempo para todo.
Mientras las asistencias sanitarias retiraban los cadáveres congelados de las gradas la UD intentaba reorganizar el juego visto el buen resultado de meter pelotas por banda, pero faltaba lucidez y sobraban pases de sobra. Moleiro y Viera seguían buscando el agujerito pá meterla pero el Mirandés amontonó gente en la frontal y allí se acababa todo. Viera tuvo una muy clara en el 73´en una combinación corta con el Niño Polla en el área pequeña pero se fue al palo, si bien tuvo el efecto colateral que el porterito imbatible de aquella gente se jodió y tuvieran que reemplazarlo. El partido avanzaba ya hacia otra hecatombe insular cuando la canariedad tomó conciencia que una vez superados Viera y Moleiro por la densidad del partido ya solo quedaba recurrir a la intercesión divina. En su casa de Teror, Mama Pino sintió la llamada devota de su pueblo, apagó el televisor -estaba tan harta del partido como cualquiera-, se levantó del sofá, se desabrochó el chándal, se echó un tripi con un etiqueta negra pá inspirarse y se concentró en el deseo de su amado populacho. A 15 kilómetros de allí, Pejiño, que llevaba todo el partido cabreado con el mundo, recibió una onda expansiva de inspiración mariana y con el asunto oliendo ya a ombligo a tres minutos del final colgó una pelota a espaldas de la defensa. Los burgaleses, cegados momentáneamente por el sortilegio de la Pachamama de Teror, no vieron entrar a Marc Cardona solo desde el callejón del 8, colarse entre sus líneas y volear sin dejarla caer para incrustarla en la escuadra derecha -87´- y ganar el partido.
Como en esta redacción somos gente de palabra no vamos a meterle el dedo en el ojo a nadie hoy. El partido fue una cagarruta pero estamos encantados de la vida y dispuestos a comernos otros iguales -o peores- de aquí al final de temporada. Ya jugaremos de puta madre cuando la categoría y los rivales lo merezcan, mientras tanto, Pinito, tómate lo que quieras.
IGOR KASIKASKÀMOS
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