Microrrelatos de Hoy
El día que conocí a Papá Noel
Después de tantos años escribiendo a los Reyes Magos, nunca pensé que sería a Papá Noel al que fuera a conocer en persona.
Una mañana de mediados de diciembre fui a visitar a mi abuela a la residencia El Carmen. Se hospedaba allí desde hacía años, así que conocía a casi todos los residentes. Subí a la planta en la que mi abuela se alojaba y al salir del ascensor me sorprendió ver a las mujeres formando un corrillo en la sala que antecedía al pasillo que daba a las habitaciones, hablando animadamente y riendo excitadas.
Mientras me dirigía a la habitación una compañera me contó que un nuevo huésped se alojaba en la residencia.
Mi abuela había sido una mujer guapa, fuerte, de las de antes, que permanecen fieles a su historia. La encontré en su habitación como hacía años no la veía. Se había soltado el pelo, y lo peinaba como cuando de pequeña la veía hacerlo frente al espejo. Se había puesto un traje que tenía guardado y que utilizó en mi fiesta de graduación, y se miraba con esmero. Estuve observándola desde la puerta al menos cinco minutos. Su incipiente sordera la entregaba a la tarea, y yo tenía la libertad para observarla. Se retiraba el pelo hacia un lado, se lo entregaba a la espalda, lo recogía. Se había puesto unos pendientes que mi abuelo le regalara cuando contrajeron matrimonio, allá por los años veinte. De un pequeño cartucho de papel derramó sobre la mesilla numerosos pinceles y tarros de pintura, con los que inició la tarea de transformar su arrugada cara.
Por la espalda empecé a oír el bullicio de las ancianas que corrían de un lado a otro del pasillo. Buscaban trajes que prestarse, abalorios con los que acicalarse, y zapatos del mismo número. Como alocadas por las buenas posibilidades, se iban transformando.
Esa noche el nuevo huésped daba un recital para todos los residentes en el salón principal. Los familiares estaban invitados, así que el grupo de hombres y mujeres que se agolpaban en la estancia era numeroso.
La directora presentaba la velada, una mujer de unos cincuenta años, que fuera la propietaria del viejo edificio convertido en residencia de mayores.
Cuando el público al fin permaneció en silencio comenzó a hablar:
Buenas noches a todos, visitantes y huéspedes. Gracias por estar aquí en esta noche mágica. A continuación, tengo el placer de presentarles al poeta, cantor, mago, artista, escultor, pintor, domador, cumplidor de deseos, facilitador, Nikolaus Heikkinen, procedente de Finlandia, que nos va a deleitar con sus poemas.
Pino Lorenzo![[Img #8058]](http://vergrancanaria.com/upload/images/12_2022/2801_dia-mundial-salud-mental-scs-dos-pino.jpg)
24 diciembre de 2022

Después de tantos años escribiendo a los Reyes Magos, nunca pensé que sería a Papá Noel al que fuera a conocer en persona.
Una mañana de mediados de diciembre fui a visitar a mi abuela a la residencia El Carmen. Se hospedaba allí desde hacía años, así que conocía a casi todos los residentes. Subí a la planta en la que mi abuela se alojaba y al salir del ascensor me sorprendió ver a las mujeres formando un corrillo en la sala que antecedía al pasillo que daba a las habitaciones, hablando animadamente y riendo excitadas.
Mientras me dirigía a la habitación una compañera me contó que un nuevo huésped se alojaba en la residencia.
Mi abuela había sido una mujer guapa, fuerte, de las de antes, que permanecen fieles a su historia. La encontré en su habitación como hacía años no la veía. Se había soltado el pelo, y lo peinaba como cuando de pequeña la veía hacerlo frente al espejo. Se había puesto un traje que tenía guardado y que utilizó en mi fiesta de graduación, y se miraba con esmero. Estuve observándola desde la puerta al menos cinco minutos. Su incipiente sordera la entregaba a la tarea, y yo tenía la libertad para observarla. Se retiraba el pelo hacia un lado, se lo entregaba a la espalda, lo recogía. Se había puesto unos pendientes que mi abuelo le regalara cuando contrajeron matrimonio, allá por los años veinte. De un pequeño cartucho de papel derramó sobre la mesilla numerosos pinceles y tarros de pintura, con los que inició la tarea de transformar su arrugada cara.
Por la espalda empecé a oír el bullicio de las ancianas que corrían de un lado a otro del pasillo. Buscaban trajes que prestarse, abalorios con los que acicalarse, y zapatos del mismo número. Como alocadas por las buenas posibilidades, se iban transformando.
Esa noche el nuevo huésped daba un recital para todos los residentes en el salón principal. Los familiares estaban invitados, así que el grupo de hombres y mujeres que se agolpaban en la estancia era numeroso.
La directora presentaba la velada, una mujer de unos cincuenta años, que fuera la propietaria del viejo edificio convertido en residencia de mayores.
Cuando el público al fin permaneció en silencio comenzó a hablar:
Buenas noches a todos, visitantes y huéspedes. Gracias por estar aquí en esta noche mágica. A continuación, tengo el placer de presentarles al poeta, cantor, mago, artista, escultor, pintor, domador, cumplidor de deseos, facilitador, Nikolaus Heikkinen, procedente de Finlandia, que nos va a deleitar con sus poemas.
Pino Lorenzo
24 diciembre de 2022
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