Cartas desde Punta del Hidalgo
Septiembre : Desde siempre tan incierto
Lo cierto es que aún no he podido descifrar el por qué ni el cómo de la naturaleza particular del mes de septiembre, y mira que llevo años intentándolo: esta engañosa segunda primavera que abre un paréntesis entre las interminables tardes del verano y las fugaces mañanas del otoño.
Esta calma que presagia una tristeza inexplicable; este envite de abrir los ojos y elevar la mirada a la búsqueda de un arrimo inequívoco; la nerviosa quietud que va creciendo, el alivio por la llegada del familiar airecillo del norte… yo qué sé lo que tiene de especial, de distinto, qué tiene de cosecha perdida y extraviada ésta que nos ofrece desde siempre el mes de septiembre.
Para quedarse prendado de la Nada, no hay otro tiempo mejor que el de septiembre: ¿qué se ocultará tras su confusa vacilación?, ¿qué más allá de una memoria reseteada que ha quedado en blanco otra vez?.
Septiembre, mes de conciencia, de balance; espejo de tiempo al que se asoman las pequeñas ilusiones y los desengaños irrevocables… verbos de conjugación imposible, aromas de nuevos libros, de libretas intactas, de reencuentros y hallazgos inesperados… ¡de churros calentitos con chocolate!
Inútil pretender el rescate de las ideas que una vez escaparon y septiembre es un símbolo perdido: un tiempo al que no nunca fui capaz de darle tono, color, tamaño ni forma… incapaz de retenerle con un café obscuro y bien cargado…
...Un mes que, una vez más, llegó imperceptible y que transitará ligero, como de puntillas, casi volando, como un breve guiño a un almanaque que comienza a sentirse veterano… y sé también que de su mano atormentada algunas hojas vencidas caerán… ¡septiembre, otra vez reflexivo y proponente!
¡Septiembre… el incierto reencuentro con las expectativas de siempre!
J. Alberto Valadez
Lunes 5 de septiembre de 2022

Lo cierto es que aún no he podido descifrar el por qué ni el cómo de la naturaleza particular del mes de septiembre, y mira que llevo años intentándolo: esta engañosa segunda primavera que abre un paréntesis entre las interminables tardes del verano y las fugaces mañanas del otoño.
Esta calma que presagia una tristeza inexplicable; este envite de abrir los ojos y elevar la mirada a la búsqueda de un arrimo inequívoco; la nerviosa quietud que va creciendo, el alivio por la llegada del familiar airecillo del norte… yo qué sé lo que tiene de especial, de distinto, qué tiene de cosecha perdida y extraviada ésta que nos ofrece desde siempre el mes de septiembre.
Para quedarse prendado de la Nada, no hay otro tiempo mejor que el de septiembre: ¿qué se ocultará tras su confusa vacilación?, ¿qué más allá de una memoria reseteada que ha quedado en blanco otra vez?.
Septiembre, mes de conciencia, de balance; espejo de tiempo al que se asoman las pequeñas ilusiones y los desengaños irrevocables… verbos de conjugación imposible, aromas de nuevos libros, de libretas intactas, de reencuentros y hallazgos inesperados… ¡de churros calentitos con chocolate!
Inútil pretender el rescate de las ideas que una vez escaparon y septiembre es un símbolo perdido: un tiempo al que no nunca fui capaz de darle tono, color, tamaño ni forma… incapaz de retenerle con un café obscuro y bien cargado…
...Un mes que, una vez más, llegó imperceptible y que transitará ligero, como de puntillas, casi volando, como un breve guiño a un almanaque que comienza a sentirse veterano… y sé también que de su mano atormentada algunas hojas vencidas caerán… ¡septiembre, otra vez reflexivo y proponente!
¡Septiembre… el incierto reencuentro con las expectativas de siempre!
J. Alberto Valadez
Lunes 5 de septiembre de 2022








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