Cartas desde Punta del Hidalgo
Tiene el gesto pícaro del que atiende en la tasca del pueblo
Imagen Editorial Debolsillo
Qué quieren que le diga, más que con sus coléricas y endemoniadas crónicas de amor, me quedo con su rostro de hombre bueno... Me quedo con la nobleza de su cara... Resultan tan familiares los leves accidentes de su semblante...!
Mirarle a él es como mirar al mecánico de mi barrio... Tiene el gesto pícaro del señor que atiende en la tasca del pueblo... El mismo cansancio del madrugador panadero... Es como el taxista de mi niñez que terminó pasando hambre por no haber querido cobrar los viajes a tiempo... Es como el honrado tendero que nunca se enriquecía y que siempre daba de fiado...!
Qué quieren que les diga... Me quedo con sus facciones curtidas... con el arranque tímido de su sonrisa... Me quedo con la tristeza vieja de su mirada... Me quedo con su guayabera blanca... Con su mirada limpia... Con sus manos calientes...!
Hasta el nombre le vino del humano cielo: Gabriel... Gabriel... Ya te han llamado...! Y Gabriel responde con su silencio...!
Gabriel...! Gabriel...! Gabriel...!
Gabriel... Un hombre bueno que ha cerrado los ojos...!
Qué quieren que le diga...!
J. Alberto Valadez.![[Img #7921]](https://vergrancanaria.com/upload/images/08_2022/4473_valadez-125.jpg)
Viernes 18 de abril de 2014.

Qué quieren que le diga, más que con sus coléricas y endemoniadas crónicas de amor, me quedo con su rostro de hombre bueno... Me quedo con la nobleza de su cara... Resultan tan familiares los leves accidentes de su semblante...!
Mirarle a él es como mirar al mecánico de mi barrio... Tiene el gesto pícaro del señor que atiende en la tasca del pueblo... El mismo cansancio del madrugador panadero... Es como el taxista de mi niñez que terminó pasando hambre por no haber querido cobrar los viajes a tiempo... Es como el honrado tendero que nunca se enriquecía y que siempre daba de fiado...!
Qué quieren que les diga... Me quedo con sus facciones curtidas... con el arranque tímido de su sonrisa... Me quedo con la tristeza vieja de su mirada... Me quedo con su guayabera blanca... Con su mirada limpia... Con sus manos calientes...!
Hasta el nombre le vino del humano cielo: Gabriel... Gabriel... Ya te han llamado...! Y Gabriel responde con su silencio...!
Gabriel...! Gabriel...! Gabriel...!
Gabriel... Un hombre bueno que ha cerrado los ojos...!
Qué quieren que le diga...!
J. Alberto Valadez.
Viernes 18 de abril de 2014.
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