Mi linda  y sucia La Isleta

        Me emociona ir cada sábado al que siempre fue mi barrio, aunque ya no viva en estas benditas calles de La Isleta.

       Llego al boquete y asoma la calle Pérez Muñoz con su Iglesia de La Luz a mi derecha. Y digo con su iglesia porque fue el obispo Pérez Muñoz quien en 1900 impulsó el templo que hoy reconocemos.

      Seguimos a la izquierda y está la calle La Carretera y después de dejar atrás la calle Princesa Guayarmina nos adentramos desde Ferreras en la vía Luján Pérez. 

       Desde la visión compartida de que las calles de La Isleta, a excepción de estas tres y alguna más -entre otras las de Blas de Lezo, Vasco de Gama, Coronel Rocha (este canario arquitecto del siglo XVIII referente inicial  del neoclásico arquitectónico de esta Ciudad- son un homenaje a nuestros ancestros aborígenes.

         La Isleta es un barrio con gentes que han venido de Agaete, de Teror, de  Lanzarote -parte del mis orígenes (soy una mil leches orgullosa de serlo)- pero todas ellas tienen una característica común: son poseedoras de una generosidad tremenda, para con su familia, para con sus convecinos, para los foráneos y hasta para con los políticos que pueden llegar a engañarlos con panfletillos llenos de promesas para el barrio.

          Es lo que ha pasado con los actuales gobernantes municipales. Los isleteros les dimos en las últimas elecciones el voto para que el Psoe, la todavía NC y Podemos pudieran formar de nuevo la corporación de Las Palmas de Gran Canaria, porque estos ediles saben que si no ganan en La Isleta complicado tienen poder gobernar la capital.

       Aquí me paro y termino. La Isleta está abandonada por estos políticos que tanta generosidad recibieron de los vecinos del barrio. La Isleta está muy sucia -tienen razón los vecinos de todos los barrios de la Ciudad cuando dicen que Las Palmas de Gran Canaria es la ciudad más sucia de España- tiene las calles sin asfaltar, con baches que solo se ven en las ciudades comunistas y las aceras que da miedo transitar por ellas.

      Por eso, un consejo para los municipales actuales: los isleteros no olvidamos la desidia y el abandono de nuestro barrio. Ténganlo en cuenta.

 Brito Guillén