Cartas desde Punta del Hidalgo
Cabras libres en La Sorrueda
En las laderas que dan al cauce de la presa de Sorrueda, desde primera hora de la mañana puede contemplarse la hilera del ganado de cabras que, un día más, madrugó para ganarse el sustento.
Se siguen las unas a las otras con tremenda fidelidad. De cuando en cuando, alguna despistada da un mal pie y hace rodar barranco abajo algún que otro pedrusco de respetable tamaño.
El silencio es mayúsculo en el lugar y las piedras al impactar con el agua provocan una explosión que resulta más visual que sonora... se hunden y desaparecen en el fondo de la presa para siempre jamás...!
Las cabras continúan a su bola por el sendero, ajenas al incidente... Sólo alguna que otra retrasada -¡las descarriadas que se quedan atrás! ¡las mismas locas de siempre!- se detienen un instante... Y fijan su atención, con la provocativa y malsana curiosidad que las distingue, en las ondas moribundas que todavía se propagan en la superficie del agua...
Mientras la piedra se desploma hacia la fangosa sepultura... El sol se eleva y se eleva... Y las laderas parecen querer escapar de la presa, escapar hacia arriba... Seguir el sendero libertador que trazaron las cabras últimas, las cabras curiosas, las cabras exóticas, las cabras extravagantes, las cabras descarriadas...!
... ¡¡¡tan locas ellas... Las cabras rebeldes!!!
P.d: Ahora que lo pienso, no sé si habría algún macho entre ellas. Yo, desde luego, afirmo que no vi a ninguno...!
J. Alberto Valadez![[Img #7833]](https://vergrancanaria.com/upload/images/07_2022/8833_valadez-125.jpg)
Viernes 29 de marzo de 2013

En las laderas que dan al cauce de la presa de Sorrueda, desde primera hora de la mañana puede contemplarse la hilera del ganado de cabras que, un día más, madrugó para ganarse el sustento.
Se siguen las unas a las otras con tremenda fidelidad. De cuando en cuando, alguna despistada da un mal pie y hace rodar barranco abajo algún que otro pedrusco de respetable tamaño.
El silencio es mayúsculo en el lugar y las piedras al impactar con el agua provocan una explosión que resulta más visual que sonora... se hunden y desaparecen en el fondo de la presa para siempre jamás...!
Las cabras continúan a su bola por el sendero, ajenas al incidente... Sólo alguna que otra retrasada -¡las descarriadas que se quedan atrás! ¡las mismas locas de siempre!- se detienen un instante... Y fijan su atención, con la provocativa y malsana curiosidad que las distingue, en las ondas moribundas que todavía se propagan en la superficie del agua...
Mientras la piedra se desploma hacia la fangosa sepultura... El sol se eleva y se eleva... Y las laderas parecen querer escapar de la presa, escapar hacia arriba... Seguir el sendero libertador que trazaron las cabras últimas, las cabras curiosas, las cabras exóticas, las cabras extravagantes, las cabras descarriadas...!
... ¡¡¡tan locas ellas... Las cabras rebeldes!!!
P.d: Ahora que lo pienso, no sé si habría algún macho entre ellas. Yo, desde luego, afirmo que no vi a ninguno...!
J. Alberto Valadez
Viernes 29 de marzo de 2013
Liria María | Martes, 23 de Agosto de 2022 a las 05:48:03 horas
Mirabas las cabras que orilladas caminaban por la presa de La Sorrueda y no viste macho alguno.
Y es que el vislumbre de las hembras, por la falta de luz de la hora, no te permitió verte.
Macho y descarriado, apartado de la manada por no se sabe muy bien qué razones; admirándolas desde lejos...
Porque ¿Y si no casía usted en La Sorrueda asasoras de cabras?
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