El entontecimiento que viene a uno y nos devuelve la calma perdida

      Afortunadamente uno se va atrofiando con el paso de los años. Seguramente es un triste consuelo, pero al fin y al cabo no deja de ser un consuelo.

    ¿A resultas de qué viene semejante desahogo...? Pues, a cuento de que no hay nada como ver las barbas de otro cortar para poner las de uno mismo a remojar.

        Además, lo va notando uno, ya no sólo en lo que cuesta subir o bajar el escalón; en levantarse del sillón cuando recuerdas que has dejado la cafetera al fuego; en la tranquilidad con la que saboreas el cortado en medio del bullicio...!

     Y lo va notando uno... Aunque no sea uno capaz de explicarlo... Es como un entontecimiento que nos devuelve la calma perdida ...

     Es como si un largo ensueño te allanara el camino...

   Es como si... Es como si... Como si agradeciera uno el hecho de ir atrofiándose cada día un poquito más...!

    ¡Coño! ¡Qué fría está hoy el agua del mar!

J. Alberto Valadez

Miércoles 25 de febrero de 2014