Cartas desde Punta del Hidalgo
Frío y viento cruzan las calles desiertas de Aguere
¡Frío y viento me han llevado de la mano por la calles desde que salí del mercado...! Por momentos, hasta creí percibir la liviana sensación que podría provocar el inicio de un agradable e inesperado vuelo... Como un temblor invernal que te eleva, te revuelca, te desorienta... Y que te devuelve sin más, con las manos vacías, sin las inventadas alas, a la firmeza de la calle helada, vacía y desierta.
Y me pareció escuchar una voz gritar: "¡Está noche dejaré abierta las puertas y ventanas de mi casa...!"
Y pensé en este frío, en este viento... En estas horas atormentadas que nos regresan al desamparo de siempre...!
Hora del segundo café... Negro, negro, bien negro... Fuerte, intenso... ¡Dios, qué cerca han estado siempre la pobreza, el café... Y el invierno!
J. Alberto Valadez

¡Frío y viento me han llevado de la mano por la calles desde que salí del mercado...! Por momentos, hasta creí percibir la liviana sensación que podría provocar el inicio de un agradable e inesperado vuelo... Como un temblor invernal que te eleva, te revuelca, te desorienta... Y que te devuelve sin más, con las manos vacías, sin las inventadas alas, a la firmeza de la calle helada, vacía y desierta.
Y me pareció escuchar una voz gritar: "¡Está noche dejaré abierta las puertas y ventanas de mi casa...!"
Y pensé en este frío, en este viento... En estas horas atormentadas que nos regresan al desamparo de siempre...!
Hora del segundo café... Negro, negro, bien negro... Fuerte, intenso... ¡Dios, qué cerca han estado siempre la pobreza, el café... Y el invierno!
J. Alberto Valadez
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