Ojos de la Revolución nuestra de cada día...

      Tendría que aprender a mirar las fachadas con los ojos de un recién llegado para poder alcanzarte, Revolución nuestra de cada día, con la suficiente impunidad entre la gente…

      Tendría que aprender a buscarte sin intención por las mismas calles abarrotadas de siempre…!

    Hacerlo con la forma en que se aprende el ciclo finito de las mil miradas irreflexivas. Como se repiten los ritmos interminables de nuestras mil poses maquinales; como acontece nuestra vida toda: a base de leñazo limpio, de golpes inesperados y con mutilada paciencia…!

      Tendría que aprender a valorar el prodigio de que las calles todas, por fin, se hayan quedado desiertas, de que las voraces insistencias se consumieran al doblar la esquina…

  Aprender a celebrar la excelencia de que puertas y ventanas permanezcan ahora fechadas y tranquilas…!

   ¡Ahora, ahora sí que la calle es nuestra…! ¡Nuestro mejor regalo de Reyes…!

J. Alberto Valadez

Domingo 6 de enero de 2013