Autor de "Lugares generalmente distantes"
Carmelo Jordá o el viajero pertinente.
Carmelo Jordá o el viajero pertinente.
Hubo un tiempo allá por el siglo XVIII en que todo caballero inglés, o británico, debía hacer un viaje por la Europa continental para ser digno de entrar en sociedad y asumir las responsabilidades propias de su aristocrática condición. Los caminos de aquel llamado Grand Tour, llevaban a pocos y selectos jóvenes a recorrer en estancias largas y significativas, Francia y fundamentalmente Italia, para familiarizarse plenamente con la cuna de la civilidad europea. Dos hitos, dos altos eran imprescindibles en aquel "Erasmus" caballeresco y primigenio; Roma y Florencia. La primera representaba la eternidad del mundo grecolatino, de la Filosofía, de la Política elevada a arte, adornada por las virtudes de la retórica y la elocuencia. Florencia cómo la síntesis petrificada del mundo clásico con el humanismo cristiano; de la civilización renacentista elevada a su más elevada cumbre.
Se entendía el viaje, la vividura por decirlo con Américo Castro, como el fundamento del aprendizaje, siguiendo la tradición empirista tan cara al espíritu de los británicos. El goce y la sublimación de lo estético y el aprendizaje se encontraban de manera natural a través de las experiencias del viaje. Se entendía que la inteligencia nos viene del mundo sensible y la educación del gusto también.
Esto es justo lo que nos narra, lo que nos recrea, Carmelo Jordá en su primera obra que recibe el sugestivo nombre de Lugares generalmente distantes, editada por Anaya Touring. Un recorrido a través de la mirada penetrante y curiosa del autor por algunos de los lugares a los que su memoria les ha dado un lugar de privilegio. La prosa connotativa de Jordá va dibujando a retazos las impresiones que le producen los lugares y los acontecimientos que va encontrando a cada paso.
El viajero, alter ego del autor, va desentrañando la historia, la gastronomía, y el paisanaje propios de cada capítulo. Roma, Estambul, Madrid, Nueva York o Egipto son descritos con una mirada que va más allá de los tópicos y los lugares comunes. Es fácil caer en esos vicios y deformaciones como hicieron en su día los sorpresivamente celebrados George Borrow o Washington Irving a los que podemos tildar cariñosamente como viajeros impertinentes.
Es Lugares generalmente distantes, sin pretenderlo, una guía para enseñar a viajar y demuestra a lo largo de sus capítulos que en la época del turismo democrático o de masas, hay lugar por distante que sea para el aprendizaje, el goce estético y sensorial incluso hasta para la trascendencia.

Carmelo Jordá o el viajero pertinente.
Hubo un tiempo allá por el siglo XVIII en que todo caballero inglés, o británico, debía hacer un viaje por la Europa continental para ser digno de entrar en sociedad y asumir las responsabilidades propias de su aristocrática condición. Los caminos de aquel llamado Grand Tour, llevaban a pocos y selectos jóvenes a recorrer en estancias largas y significativas, Francia y fundamentalmente Italia, para familiarizarse plenamente con la cuna de la civilidad europea. Dos hitos, dos altos eran imprescindibles en aquel "Erasmus" caballeresco y primigenio; Roma y Florencia. La primera representaba la eternidad del mundo grecolatino, de la Filosofía, de la Política elevada a arte, adornada por las virtudes de la retórica y la elocuencia. Florencia cómo la síntesis petrificada del mundo clásico con el humanismo cristiano; de la civilización renacentista elevada a su más elevada cumbre.
Se entendía el viaje, la vividura por decirlo con Américo Castro, como el fundamento del aprendizaje, siguiendo la tradición empirista tan cara al espíritu de los británicos. El goce y la sublimación de lo estético y el aprendizaje se encontraban de manera natural a través de las experiencias del viaje. Se entendía que la inteligencia nos viene del mundo sensible y la educación del gusto también.
Esto es justo lo que nos narra, lo que nos recrea, Carmelo Jordá en su primera obra que recibe el sugestivo nombre de Lugares generalmente distantes, editada por Anaya Touring. Un recorrido a través de la mirada penetrante y curiosa del autor por algunos de los lugares a los que su memoria les ha dado un lugar de privilegio. La prosa connotativa de Jordá va dibujando a retazos las impresiones que le producen los lugares y los acontecimientos que va encontrando a cada paso.
El viajero, alter ego del autor, va desentrañando la historia, la gastronomía, y el paisanaje propios de cada capítulo. Roma, Estambul, Madrid, Nueva York o Egipto son descritos con una mirada que va más allá de los tópicos y los lugares comunes. Es fácil caer en esos vicios y deformaciones como hicieron en su día los sorpresivamente celebrados George Borrow o Washington Irving a los que podemos tildar cariñosamente como viajeros impertinentes.
Es Lugares generalmente distantes, sin pretenderlo, una guía para enseñar a viajar y demuestra a lo largo de sus capítulos que en la época del turismo democrático o de masas, hay lugar por distante que sea para el aprendizaje, el goce estético y sensorial incluso hasta para la trascendencia.
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