Cartas desde Punta del Hidalgo
La mirada de lo que fuimos... lo único que permanece
La belleza de la juventud se aprecia, en toda su dimensión, con el pasar de los años…
Por sí misma la inocente lozanía resulta invariablemente linda: esa frescura, ese brillo de la piel, esa sonrisa fácil, esa mirada chiflada, esa ingenuidad para sufrir ante los simples amagos, esa manera de arreglar el mundo, esa facilidad para el encuentro inesperado y esa soltura para el olvido, esa divina perfección en las formas… éste, éste sí que es al fin el amor verdadero…!
La belleza de la juventud también se estima en su plenitud cuando a duras penas nos reconocemos, juntos a los compañeros de clase, en una vieja foto del Instituto… ¡Sólo la mirada de lo que fuimos permanece!
¡Sólo la mirada! ¡Solamente la mirada… y algún que otro espejismo disfrazado de no sé qué…!
J. Alberto Valadez
12 de octubre de 2015

La belleza de la juventud se aprecia, en toda su dimensión, con el pasar de los años…
Por sí misma la inocente lozanía resulta invariablemente linda: esa frescura, ese brillo de la piel, esa sonrisa fácil, esa mirada chiflada, esa ingenuidad para sufrir ante los simples amagos, esa manera de arreglar el mundo, esa facilidad para el encuentro inesperado y esa soltura para el olvido, esa divina perfección en las formas… éste, éste sí que es al fin el amor verdadero…!
La belleza de la juventud también se estima en su plenitud cuando a duras penas nos reconocemos, juntos a los compañeros de clase, en una vieja foto del Instituto… ¡Sólo la mirada de lo que fuimos permanece!
¡Sólo la mirada! ¡Solamente la mirada… y algún que otro espejismo disfrazado de no sé qué…!
J. Alberto Valadez
12 de octubre de 2015
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