En Las Carboneras, una vieja tunera a la espera del otoño

Qué ahogo tan extraño…?

¿Quién fue capaz de introducir este miedo sin semblante en mi rostro…? ¡De deshonrar con esta conmoción el camino!...

Quién cercenó la rebeldía dejándome solo este gesto infecundo… esta mueca ingenua y graciosamente asustada…?

Quién me selló eterna y salvajemente con esta contorsión inútil, con esta monería desmañada… con esta triste facción de payaso desconsolado?

¿Quién…? Quién es el autor de esta maldita expresión, de este desarreglo perpetuo sin posibilidad alguna de revisión…?

De qué valen ahora el lamento ni las indomables ganas de gritar…! Ahora… que despojaron mi alma…!

Ahora… que he perdido la voz…! Ahora… que ahogaron la jauría de mis ecos…!

Ahora…que he perdido la palabra…! Ahora…que solo soy un reseco nervio de tunera a la espera del otoño… muestra de plantón malgastado en el borde de un camino pastoril que nace en Chinamada y que atraviesa el introvertido caserío de Las Carboneras…!

J. Alberto Valadés

16 de septiembre de 2012