Reflexión dominical: Un año sin plantar frutales
Martirio cabildicio y la masa borreguil de la isla callada
Un año de martirio cabildicio, en el que la masa borreguil de la isla calla, frente a la obsesión del ente por no plantar un solo árbol frutal y seguir con una política más que herrada de solo y todo de pinos.
Y nada es la pandemia del coronavirus comparada con la epidemia de los pinos y pinocha en toda la isla como único alimento. Pues lo pinos, tienen parada toda actividad en el sector primero o primario, que nos lleva a ser los campeones en pobreza en España y en mundo.
Y en ello un gran número de parásitos manteniendo lo verde monte, pobres empleados que cobran sin rendir positivamente en nada: vigilar no haya fuego. Un año consagrado a la santidad y sacralidad de los sagrados riscos caidos y demás montañas santas protegidas nadie las toquen, iluminadas por tres grades incendios que pasan a la Historia triste de esta triste isla, sin ganadería y sin agricultura, pues se tienen a las ricas cabras cual la peor de las pandemias a eliminar.
Y el pueblo –la isla- sufre y calla. Callan los medios comprados, regalando en ello lo mejor del presupuesto, y que ayudan a que todo siga así, de mal a peor y sin freno o cambio. Pues el único empleo que se genera es el del paro que crece y crece sin parar, con la desaparición de todas las empresas de otrora.
Y toda vez el turismo nos ha dicho : “¡Adiós!”, la cosa a peor, aunque se sueña en un hipotético e imposible regreso o vuelta del mismo, que no, no. Crece sí la migración que no para, y viene a más a sustituir a los anteriores en hoteles sin rendimiento en divisas algunas sino en aumento de nuestra pobreza y miseria. Y con la recomendación: tenga usted un perro y ,¡ni se le ocurra tener una cabra! Y, en esas manos cabildicias, está el desgobierno de esta ínsula.

Un año de martirio cabildicio, en el que la masa borreguil de la isla calla, frente a la obsesión del ente por no plantar un solo árbol frutal y seguir con una política más que herrada de solo y todo de pinos.
Y nada es la pandemia del coronavirus comparada con la epidemia de los pinos y pinocha en toda la isla como único alimento. Pues lo pinos, tienen parada toda actividad en el sector primero o primario, que nos lleva a ser los campeones en pobreza en España y en mundo.
Y en ello un gran número de parásitos manteniendo lo verde monte, pobres empleados que cobran sin rendir positivamente en nada: vigilar no haya fuego. Un año consagrado a la santidad y sacralidad de los sagrados riscos caidos y demás montañas santas protegidas nadie las toquen, iluminadas por tres grades incendios que pasan a la Historia triste de esta triste isla, sin ganadería y sin agricultura, pues se tienen a las ricas cabras cual la peor de las pandemias a eliminar.
Y el pueblo –la isla- sufre y calla. Callan los medios comprados, regalando en ello lo mejor del presupuesto, y que ayudan a que todo siga así, de mal a peor y sin freno o cambio. Pues el único empleo que se genera es el del paro que crece y crece sin parar, con la desaparición de todas las empresas de otrora.
Y toda vez el turismo nos ha dicho : “¡Adiós!”, la cosa a peor, aunque se sueña en un hipotético e imposible regreso o vuelta del mismo, que no, no. Crece sí la migración que no para, y viene a más a sustituir a los anteriores en hoteles sin rendimiento en divisas algunas sino en aumento de nuestra pobreza y miseria. Y con la recomendación: tenga usted un perro y ,¡ni se le ocurra tener una cabra! Y, en esas manos cabildicias, está el desgobierno de esta ínsula.







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